2010

Manga. Del cuadro flotante a la viñeta japonesa.


Edita: Grupo de Investigación dx5 - Universidade de Vigo.

Autor: José Andrés Santiago

Fecha de 1a Edición: 06/2010

ISBN 13: 978-84-935566-9-3 

Páginas: 600

Impresión: Cuatricromía

Idioma: Castellano








[PRÓLOGO]


“Dos bombas no fueron suficientes” 1


En 1853 los ‘Barcos Negros’ comandados por el almirante Perry2 sitiaron el puerto de Yokohama y obligaron – a pesar del recelo manifestado por el pueblo y los gobernantes japoneses – a abrir el país al intercambio comercial con otras naciones extranjeras. Esta demostración de fuerza enmascaraba, no obstante, una maniobra de los países occidentales por dar salida a su inmensa producción, fruto de la Revolución Industrial en la que se hallaban inmersos. El bloqueo militar acarreó el principio de la decadencia de la Era del Shôgunato Tokugawa, cuyos casi tres siglos de mandato y férreo control habían traído paz y prosperidad a toda la nación, aun a costa del sacrificio de las libertades del pueblo, y a pesar del hermetismo y beligerancia manifestado hacia las innovaciones científicas, sociales y culturales llegadas desde occidente.


Una década más tarde, un movimiento revolucionario trajo muchos cambios a un Japón todavía feudal, restituyendo el poder del Mikado 3, relegado hasta entonces a una mera figura decorativa dentro del organigrama de gobierno. El Alzamiento de los Patriotas supuso el fin de la Era Edo y el comienzo del período Meiji, caracterizado por la modernización del país y la aproximación a las potencias occidentales, a su tecnología, cultura y política.


El intercambio cultural entre Japón y Occidente fue recíproco. De igual modo que las manifestaciones artísticas occidentales empezaron a influir profundamente en los autores japoneses, el imaginario pictórico nipón transformó la concepción de los artistas de las vanguardias. Si bien en décadas anteriores ya se podían encontrar en ciudades como París o Amsterdam algunas xilografías y pinturas Ukiyo-e, traídas como souvenirs por marineros y mercaderes llegados de Japón, la nueva situación comercial propició el desembarco masivo de estampas japonesas en medio de la convulsa realidad artística de Europa. Los jóvenes autores occidentales, hartos de la tenebrosa tradición de siglos de academicismo dominante, se dejaron seducir con gusto por la lúcida sencillez de aquellas imágenes, el colorido y la variedad de formatos, los singulares puntos de vista y la novedad de sus técnicas.


En 1814, el célebre artista japonés Katsushita Hokusai, alabado por sus hermosas colecciones de paisajes, decidió editar su Manga – un conjunto de pinturas sueltas, dibujos espontáneos o bocetos de sus viajes, realizados a modo de anotaciones. Estos tomos, a menudo empleados con fines didácticos, continuaron publicándose después de la muerte del artista, hasta completar un total de quince volúmenes. Hoy en día el Hokusai Manga se reconoce como uno de los trabajos más significativos e importantes de su dilatada trayectoria, pero en medio de la vorágine artística de estampas y publicaciones de la Europa decimonónica podría haber pasado totalmente desapercibido. No obstante, en 1853, fruto de la casualidad o la fortuna, Bracquemond compró en París un ejemplar de aquel primitivo Hokusai Manga, y quedó deslumbrado por la energía y visceralidad de aquellas sencillas ilustraciones. El artista francés no tardó en compartir este feliz hallazgo con su amigo y compañero Manet, y éste a su vez con diferentes generaciones de nuevos artistas. Las ilustraciones de Hokusai y los sencillos Ukiyo-e llegados de Japón no eran más que simples estampas populares y calendarios, pero contribuyeron a transformar para siempre el arte europeo.




En un sentido estricto, manga es el nombre que recibe el cómic en Japón. No obstante, como se pondrá de manifiesto a lo largo de la presente investigación, esta definición es muy escueta y no representa, sino superficialmente, la verdadera dimensión de la realidad a la que alude.


El manga es la manifestación cultural más importante en Japón. Esta importancia no puede entenderse sino como consecuencia lógica de su omnipresencia en todas las facetas de la vida diaria y laboral, tanto por el ingente volumen de negocio que representa, como por la capacidad de impregnar a otros medios: cine, televisión, literatura, publicidad, educación, diseño o moda. Manifestaciones sumamente dispares y de diferente calado cultural se unen al manga en desigual simbiosis para llegar a la gente. En esta transferencia radica uno de los grandes potenciales y valores del manga: su capacidad para influir en manifestaciones más selectas siendo un medio popular y de masiva diversificación.


Sin embargo, esa misma popularidad ha empezado a extenderse más allá de las fronteras de Japón, en el ámbito comercial - generando nuevos consumidores cada día - e incrementando la permeabilidad antes referida hacia otros medios culturales. En los últimos años se ha visto como el manga empieza a influir a los dibujantes de cómic europeos y americanos y, como ya ocurría en Japón en décadas anteriores, en el cine y animación occidentales, en la publicidad o en la moda. En la última década Occidente ha empezado a descubrir que Japón, más allá de su alto potencial tecnológico e industrial, es un exportador cultural de primera magnitud, que tiene en el manga uno de sus principales activos. El creciente entusiasmo y pasión de los aficionados occidentales por este medio radicalmente japonés ilustran la evolución del mercado del cómic a nivel global. En este sentido, el manga se presenta como el caballo de Troya de una tercera oleada de Japonismo cultural, tras el éxito de las estampas Ukiyo-e durante los años de las vanguardias, y la filosofía zen en la década de 1960.


¿Por qué este éxito del manga? Quizás parte del mismo estriba en su especificidad japonesa, en su capacidad de conjugar, sin perder su identidad, lo genuinamente nipón con un creciente sentimiento apátrida. El manga es un medio que mira hacia dentro - ahondando en la tradición histórica y cultural nipona - pero también hacia fuera. A nivel artístico, Japón siempre se ha reconocido por la tradición de sus pinturas y xilografías Ukiyo-e, por la poesía haiku, las artes marciales, la cerámica o la filosofía zen. En el último medio siglo el estandarte de las manifestaciones artísticas niponas ha recaído sobre su arquitectura, reflejo de la simbiosis existente entre lo antiguo y lo nuevo, en el diseño, la moda o los jardines, a menudo recogidos todos ellos en publicaciones de arte nacional. La literatura y el cine también han sido reconocidos dentro y fuera de Japón, aunque quizás en menor medida, por ser ambos medios de expresión de mayor difusión popular. No obstante, durante estas mismas décadas se ha venido omitiendo de este singular ranking cultural la que sin duda es su manifestación número uno, el manga, que hoy en día muchos consideran como “el medio japonés por antonomasia” 4.


Cabe, pues, preguntarse si el manga puede ser considerado como un nuevo referente cultural y artístico en el siglo XXI, e indagar acerca de los motivos que justifican este reconocimiento. La revolución estética impulsada por el manga japonés nace de su capacidad innata para influir en ámbitos creativos muy dispares, muchos de ellos foráneos, como antaño sucedió con el Ukiyo-e, el haiku o el cine de Akira Kurosawa. Los condicionantes que subyacen bajo el notorio éxito del manga en Japón y en occidente, a pesar de las evidentes diferencias en el lenguaje y los referentes culturales, y los motivos de porqué debe ser considerado un medio genuino e independiente per se serán objeto del presente estudio. A lo largo del mismo se intentará analizar en profundidad la evolución e influencia del manga, realizando un completo recorrido a través de la diversidad de géneros que lo caracterizan, de su morfología, así como por la multiplicidad de discursos (e imbricación de los mismos con otros medios), poniendo de relieve el lugar que ocupa en la cultura, sociedad y mercado japoneses, así como en el resto del mundo.




José Andrés Santiago

2010






1 Blanco, Toño; “Dragón Z. Kamikazes catódicos arrasan Galicia”; RTVG, Abril 1992, nº 29, p.5.

2 Matthew Calbraith Perry (1794-1858) fue Almirante de la armada estadounidense y pionero en la construcción de barcos de vapor con fines bélicos. El episodio de los ‘barcos negros’ alude al bloqueo del puerto de Yokohama llevado a cabo en el año 1853, que forzó al Régimen de Tokugawa a la apertura comercial de Japón con las grandes naciones occidentales, tras la firma de un tratado bilateral en 1854. El impacto social causado por el episodio de los ‘barcos negros’ quedó grabado por generaciones en el imaginario popular nipón. Durante décadas, el pueblo japonés observaba con miedo y desconfianza cualquier barco desconocido que llegaba a puerto.

3 El término “Mikado”, ahora obsoleto y en desuso, servía para denominar al Emperador Japonés en la antigüedad.

4 BERNDT, Jaqueline [Manga.pdf]; El fenómeno manga; pag.9